Muchas personas consideran que la toxina botulínica, comúnmente conocida como bótox, es una excelente forma de mejorar su apariencia sin someterse a procedimientos quirúrgicos invasivos. Sin embargo, una de las preocupaciones más comunes es que el bótox puede reducir o incluso paralizar la expresión facial.
¿Es esto realmente cierto?
Un estudio que fue publicado en la revista ‘Scientific Reports’ a finales de 2021 por el profesor Krüger y su colega el profesor Wollmer, en colaboración con la Universidad de California en San Diego, descubrieron que las inyecciones de bótox en la frente pueden afectar la actividad cerebral en áreas involucradas en la percepción y procesamiento de emociones faciales.
Los investigadores encontraron que los músculos que controlan el ceño fruncido son clave para procesar las emociones negativas como la tristeza o la ira.
Al prevenir el movimiento del ceño fruncido con inyecciones de bótox, los investigadores descubrieron que se reducía la actividad cerebral en estas áreas. Esto sugiere que la capacidad de reconocer y procesar emociones podría estar afectada debido al uso de bótox en la frente.
En este estudio se descubrió que la toxina botulínica también puede aliviar síntomas relacionados a los trastornos de ansiedad, depresión.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que este estudio fue realizado en un grupo pequeño de participantes y se necesita más investigación para confirmar estos hallazgos. Además, se debe considerar que el bótox se utiliza en muchos otros lugares del rostro donde no hay implicaciones emocionales, por lo que habría que estudiar el efecto de las inyecciones en otras áreas del rostro en cuanto a su impacto en la actividad cerebral.